Escritos

Nerudeando

Pablo Alejandro

A Daniela Alejandra

En la Tierra me encontré,
con una de esas estrellas que tiritaban
cuando Neruda pudo haber escrito
sus versos más tristes esa noche...
y esa “una” ilumina mi mirada desde ese día.

Nunca la he besado,
pero sueño
con poder escribir en su boca
los versos más enamorados
que se hayan creado.

Ella me adora, y yo nunca, nunca...
y nunca dejaré de adorarla.

No tiene ojos, sino dos soles
que cuando lloran
en su tristeza
son lluvias en mi alma.

Le escribo desde los versos
de esa tan inmensa noche,
porque amarla es tan sublime
como aquella obra de arte.

Sé que no la tengo
—y quizás nunca la tendré—
pero mi amor por ella es tan maravilloso
que jamás dejaré de amarla.

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